Trinidad, ciudad museo del Caribe

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A Trinidad hay que andarla despacio, para atrapar en cada instante esa inigualable sensación de estar en un sitio detenido en el tiempo y admirar sus valores patrimoniales que cuentan con más de 500 años, en un maravilloso Centro Histórico integrado por 50 manzanas y más de dos mil edificaciones.

Fue en diciembre de 1513 que llegó a la zona el conquistador hispano Diego Velázquez y mandó a explorar aquel territorio con una población indígena formada por arahuacos que vivían en el cacicazgo de Guamuhaya y el 10 de febrero quedó fundada la Villa de la Santísima Trinidad, aunque otros cronistas afirman que fue el cuatro de enero.

De un hato pequeño, fue creciendo y edificando instalaciones en un contexto urbano caracterizado por su esmerada tipología y la cuidadosa homogeneidad constructiva, peculiaridades que pueden verse en la contemporaneidad.

Expertos en conservación arquitectónica indican que Trinidad es la ciudad de Cuba que mejor ha conservado su sello primigenio, razón por la cual ha recibido la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad conferido por La UNESCO en 1988, junto al cercano Valle de los Ingenios, ubicado a pocos kilómetros al este.

Es realmente majestuosa, tiene ese sello aristocrático de raíces asentadas en castillos y mansiones de altos ventanales con rejas que semejan filigranas. Caobas, cedros y otros árboles sirvieron para construir sus ventanales, altos, espaciosos, para permitir la entrada de la fresca brisa. Cubiertas de tejas rojas dan un matiz alegre y rematan las edificaciones.

Son muy variados los atractivos de Trinidad, por eso no resulta sorprendente que en temporada alta de turismo (noviembre-abril) lleguen hasta esa ciudad 10 mil visitantes.

Entre las atracciones destacadas figura la Plaza Mayor de Trinidad con sus blancas verjas que parecen encajes, cual si fuera una postal sacada de un libro antiguo. Llama la atención la estatua de de Terpsicore, musa de la danza, escoltada por las altas palmas reales de penacho verde que circunda esta plaza.

También cautiva el Antiguo Palacio Cantero, actualmente Museo de Historia Municipal, el Palacio Brunet, que acoge al Museo Romántico, donde se conservan mobiliarios, vajillas y objetos de arte de gran valor, así como el Museo de arquitectura colonial, ubicado a un costado de la Plaza Mayor.

Las noches en Trinidad tienen un matiz romántico y sosegado, pero puede volverse rítmico y bullicioso en la Casa de la Trova, en la Discoteca en el fondo de la cueva Ayala, un sitio exótico, en el Palenque de los Congos Reales, o en la Casa de la Música de la EGREM.

Resulta de interés también La Canchánchara, lugar único en Cuba en la oferta de la bebida que da nombre al establecimiento, la cual sirven en un cuenco de barro, con su mezcla de aguardiente de caña, miel de abeja y zumo de limón.

Trinidad tiene en el Valle de los Ingenios uno de sus sellos distintivos con más de 70 sitios arqueológicos de alto va¬lor, entre ellos 13 casas haciendas donde se puede observar lo que fue el esplendor de la industria azucarera y unos paisajes naturales de gran belleza.

La Torre Iznaga (1816) alcanza una altura de 45 metros compartidos en siete niveles o pisos y desde allí se anunciaba mediante campanadas la marcha de los esclavos a los campos de caña.

El mar es otro de los atractivos de Trinidad. A 15 kilómetros de la ciudad está la playa Ancón, la cual posee una de las dunas más bellas de Cuba y en la ribera trinitaria hay hoteles con diversidad en sus perfiles arquitectónicos como Trinidad del Mar, Ancón y Costa Sur.

Trinidad representa un destino ideal para un viaje por Cuba, así lo atestiguan quienes han disfrutado de sus encantos.

Tips

En Bequia, San Vicente y las Granadinas, hay unas viviendas construidas en un arco natural de la pared del acantilado, directamente sobre las aguas.