Rep. Dominicana

Uno de los importantes acervos culturales de la República Dominicana es su Literatura, tanto en la época de las luchas por su emancipación, con autores que cantaron a su Patria, con textos y poemas plenos de sentimiento lírico, así como los narradores y poetas que, en los siglos XIX y XX, han dejado sus cuentos y novelas, ensayos y poesías, para la posteridad. Los comienzos de literatura de que puede ocuparse la historia hay que buscarlos en los escritos de descubridores y conquistadores. La literatura de idioma castellano comienza para Santo Domingo con el Diario del viaje de Colón, en el extracto del P. Las Casas, y con las cartas -a los Reyes Católicos y a Sánchez y Santángel- en que narra el Descubrimiento. Santo Domingo, fundada en 1496, será la capital del Mar Caribe hasta mediados del siglo XVIII. Pronto se establece allí el gobierno general de América: de 1509 a 1526. La ciudad se llamó ¨Atenas del Nuevo Mundo¨. Albergó, a los grandes exploradores y conquistadores: Hernán Cortés -que fue escribano en la Villa de Azua, Diego Velázquez de Cuéllar, Juan Ponce de León, Rodrigo de Bastidas, Alonso de Hojeda, entre otros. Hubo allí eminentes obispos y arzobispos, desde el humanista italiano Alessandro Geraldini (1455-1524), a quien debemos los primeros versos en latín escritos en el Nuevo Mundo, hasta Fray Fernando de Carvajal y Rivera (1633-1701), buen prosador conceptista. De los muchos escritores europeos que allí vivieron, los más unidos a la isla, los que más escribieron, fueron Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566), con su Historia de las Indias y su Apologética historia y Gonzalo Fernández de Oviedo (1479-1557), con su Historia general y natural de las Indias y el Sumario que la precedió (1526). Desde el siglo XVI la isla produce escritores como Fray Alonso de Espinosa, de quien sólo se conoce que comentó el salmo Eructauit cor meum; el canónigo Cristóbal de Liendo (1527-1584; el predicador Fray Alonso, provincial de los agustinos en el Perú; el mercedario erasmista Fray Diego Ramírez; el P. Cristóbal de Llerena, de quien queda un agudo entremés, que fue representado en la Catedral (1588) y contiene acerbas críticas de la vida pública de la colonia; las más antiguas poetisas de América, doña Elvira de Mendoza y Sor Leonor de Ovando (escribía desde antes de 1580), que sabía ascender hasta el más afinado conceptismo devoto. Del siglo XVII se conservan pocos escritos, pero muchos nombres de escritores: entre ellos, Tomás Rodríguez de Sosa, Luis Jerónimo de Alcocer, Fray Diego Martínez, Baltasar Fernández de Castro, Tomasina de Leiva y Mosquera. De este tiempo se distinguen también Pedro Agustín Morell de Santa Cruz (1694-1768), autor del primer bosquejo, escrito en rica prosa, el P. Antonio Sánchez Valverde (1729-1790) que, en su tratado El Predicador (Madrid 1782), intenta corregir los entonces frecuentes abusos de la oratoria sagrada y que en su idea del valor de la Isla Española (Madrid, 1785), aboga a favor de su tierra, descuidada por la metrópoli; Jacobo de Villaurrutia (1757-1833), polígrafo a quien le interesaron muchas de las grandes y de las pequeñas cuestiones humanas y la situación de los obreros hasta el progreso del teatro y de la prensa. De Villaurrutia, sus variadas publicaciones abarcan desde una selección de pensamientos de Marco Aurelio (Madrid, 1786), hasta la traducción de una novela inglesa de Frances Sheridan (Alcalá de Henares, 1792). En el periodo de independencia surgen los primeros periódicos y entre 1795-1800 se introduce la imprenta en el país. El primer documento impreso fue una novena a la virgen de la Altagracia. José Núñez de Cáceres fue el primero en utilizar la literatura como arma de denuncia social y política. Durante este período de 1795 a 1844 la isla sufre graves trastornos, se hace independiente en 1821, la invaden los haitianos, recobra la independencia en 1844, y toma el nombre de República Dominicana. Durante esos cincuenta años de convulsión hubo emigraciones numerosas, principalmente a Cuba, de las familias emigrantes proceden José M. Heredia, el gran poeta de Cuba y Domingo del Monte, que presidió durante años, con su cultura amplísima, la vida literaria de Cuba. Después de 1844, la obra literaria surge lenta y empezó a dar frutos visibles, treinta años después. Acoge con grandes impulsos desde 1880, el eminente pensador puertorriqueño Eugenio M. Hostos (1839-1903). La literatura había empezado a levantarse con Félix María del Monte (1819-1899), autor precisamente del himno de guerra contra los haitianos (1844), poeta y orador. Tanto él como Nicolás Ureña (1822-1875) y José M.González (1830-1863), escriben con sabor y delicadeza sobre temas criollos, campesinos o urbanos (desde 1855). Javier A. Guridi (1816-1884) introduce los temas indios con su drama Iguaniona (escrito en 1867) y su romance Escenas aborígenes, y los temas de la leyenda local con novelas como La ciguapa y El fantasma de Higüey. En la literatura dominicana también se destacan historiadores de renombre como el Padre de la Historia Nacional, José Gabriel García, así como Gregorio Luperón (1839-1897). Dentro del tema del Ensayo se destacan Eugenio María de Hostos, quien fuera el gran precursor del ensayo nacional; Pedro Henríquez Ureña, Joaquín Balaguer, Max Henríquez Ureña y Juan Isidro Jiménez. Aparecen muchos prosistas como escritores políticos. Ulises F. Espaillat (1823-1878), gobernante ejemplar, Gregorio Luperón (1839-1897), Mariano A. Cestero (1838-1909); como historiador, José G. García (1834-1910); Fernando Arturo de Meriño (1833-1906), Emiliano Tejera (1841-1923), el más puro hombre de letras es Manuel J. Galván (1834-1910), autor de la gran novela histórica Enriquillo, escrita en prosa castiza. En la narrativa se destaca a Cesar Nicolás Penson, Juan Bosch y Cesar Nicolás Penson (1855-1901), entre otros. Mientras en le género de novela la obra ”Enriquillo“ (1876) consolido para la eternidad a Manuel de Jesús Galván como uno de los mejores novelistas dominicanos, no en vano se le llamó el Príncipe de las letras dominicanas. En la década del ´40 se destacan los cuatro poetas más conocidos de este tiempo como: Manuel del Cabral, Tomás Hernández Franco, Héctor Incháustegui y Pedro Mir. El nombre se debe a que los cuatro tienen muchas cosas en común, son escritores de la década del cuarenta, gustan del verso libre y tratan temas nacionalistas. La Poesía Sorprendida: surge en Santo Domingo en octubre de 1943, con la publicación de la revista literaria ¨La Poesía Sorprendida¨. Los poetas que se destacan en la Poesía Sorprendida son Franklin Mieses Burgos, Aída Cartagena Portalatin y Antonio Fernández. Escritores y poetas distinguidos que actualmente producen y publican son Américo Lugo, Fabio Fiallo Andrejulio Aybar ,Tulio Manuel Cestero. No pertenecen, pues, a la historia. Y, salvo una que otra excepción la principal es Apolinar Perdomo, muy popular por sus delicados versos de amor, las generaciones posteriores a 1880 se mantienen completas.