Rep. Dominicana

La escultura surge en Santo Domingo con un genio autodidacto que se llama Abelardo Rodríguez Urdaneta. Fue un maestro, pero no dejo escuela y solamente Ismael López Glass es digno de mencionarse entre él y las nuevas generaciones. Como en la pintura, la gran hacedora de escultores en la República Dominicana fue la Escuela Nacional de Bellas Artes, bajo la orientación del gran escultor español Manolo Pascual. Fruto de esa escuela son Antonio Prats Ventós, Luis Martínez, Radamés Mejía y Antonio Toribio.Prats (1925), aunque español se formó en el país y a él ha ligado sus creencias. Su arte tiene un pulcro sabor dominicano y esencias entrañables de la isla. El hierro se toma flexible en sus manos y el barro cobra vida. Tiende en la escultura a lo monumental, por lo cual ha cuajado en un estilo viguroso, ágil de gráciles líneas. Logra también verdaderas obras de arte religioso donde, sin hacerle concesiones al gusto general, llega a una verdadera atmósfera de misticismo, difícilmente superable. Cuando aborda las esculturas figurativas -como el Duarte joven, que se yergue en el Campus II de la Universidad Nacional Pedro Henriquez Ureña- le imprime un sello de estilización personal admirable. De la misma generación es Radamés Mejia (1925). Se ha dedicado más a la pintura y a la escultura religiosa y aunque anda en la búsqueda afanosa de síntesis, en sus esculturas hay una hondura dramática y perfección casi clásica. Joaquín Priego sus innumerables bustos se encuentran diseminados por todos los rincones del país. Luis Martínez es el escultor más conocido fuera de su ámbito natal, pertenece a la misma generación de Hernández Ortega, pero ha realizado lo mejor de su obra en París, lo que le ha dado vigencia internacional.Toribio fue discípulo de Manolo Pascual, sus tallas en caoba y alabastro se alejan mucho del estilo del maestro. La crítica internacional y los premios ganados en bienales extranjeras avalan la calidad de este escultor. La escultura metálica de Toribio suele ser agresiva buscando sensación de espacio.También este sentido espacial caracteriza la escultura de Domingo Liz (1931). Es pintor y, esencialmente, un gran dibujante, como escultor trabaja especialmente el metal, siendo dueño de una recia personalidad sincera y firme. Sus tallas revelan vida profunda y grandiosidad de ideas. Así encontramos otros distinguidos escultores como Gaspar M. Cruz, Julio Susana, José Rotellini, entre muchos otros artistas, que evocan con simpatía y gracia el arte de hacer cultura, marcando una huella indeleble en la historia artística del la isla. Sin olvidar que en la isla existen también centros culturales, galerías, instituciones de arte, academias y escuelas que contribuye a enarbolar y desarrollar el arte y creación de los nuevos talentos.