Cuba

Cuando comenzaron a llegar los conquistadores españoles, en 1492, los pobladores de la isla –a diferencia de otros países de América- no poseían ninguna construcción definitiva que pudiera sobrevivir el peso del tiempo. Así, durante un siglo, en Cuba no apareció ninguna construcción de importancia, salvo casos aislados como la casa del Adelantado Diego Velásquez en Santiago de Cuba, la más antigua de América. En aquel entonces, la mayoría de las construcciones levantadas por los conquistadores fueron provisionales, hasta que la isla comenzó a perfilarse por su posición geográfica en un punto clave para la economía marítima de la corona española y a ser víctima de los ataques de corsarios y piratas. Así, a finales del siglo XVII y principios del XVIII, las obras más importantes del período son las defensivas, como los Castillos del Morro –en La Habana y Santiago de Cuba-, el Castillo de la punta, el de la Real fuerza, la Muralla de La Habana, entre otras de menor envergadura. Paralelamente a estos monumentos militares, se edificaron construcciones religiosas, en primera instancia, de carácter provisional, con los materiales heredados de los aborígenes y luego, se utilizaron algunos más definitivos como la madera y las tejas, de acuerdo a las características de cada región del país. El estilo cubano del siglo XVII estuvo signado por el predominio formal y técnico del mudéjar, llevado por los mahometanos a España durante la ocupación. Este hecho no fue intencional, los constructores y artesanos emigrados a Cuba fueron formados en la arquitectura popular de la península. Ya en el siglo XVIII, el auge de la sacarocracia cubana propicia un auge constructivo que demuestra su poderío económico a través de la construcción de palacetes y obras suntuosas. Algunas de ellas son el Palacio del Segundo Cabo, el de los Capitanes Generales, la Catedral de La Habana, máximos exponentes del llamado "barroco cubano", la casa de los condes de San Juan de Jaruco, entre otras. En tanto, el siglo XIX se caracterizó por las guerras independentistas, lo que determinó el desarrollo de la arquitectura cubana. Si bien en el occidente florecía la industria azucarera, tabacalera y la economía portuaria, propiciando la construcción del enorme legado que dejó la colonia, en el oriente se vivía en condiciones de guerra que retrasó el desarrollo de la zona. Así, el crecimiento de las ciudades estuvo limitado por las disposiciones militares y por las consecuencias económicas que trajo consigo la guerra. En Santiago de Cuba, además, las características sísmicas impidieron el desarrollo de la altura de la ciudad. El siglo XX, tras el fin de la guerra hispano-cubano-norteamericana que desplazó a España como potencia colonial, trajo consigo el período republicano, momento donde comienza a manifestarse una preocupación por la arquitectura y el urbanismo que se detenía en los paradigmas de las potencias europeas y los E.E.U.U. La tipología del rascacielos norteamericano de Nueva York y Chicago comienza a influir en la arquitectura cubana a partir de los años ´20. Es precisamente en esta década donde se construye una de las obras más relevantes de la arquitectura cubana: el Capitolio Nacional (1929). A partir de los ´40, entran plenamente los códigos de la modernidad. Los volúmenes comienzan a simplificarse, de acuerdo con las tendencias imperantes en los países más desarrollados. Algunas obras de esta época son: Edificio Radiocentro (actualmente, Cine Yara), Hotel Habana Hilton (hoy, Hotel Habana Libre), edificio Focsa, entre otras. De igual forma, durante los años ´40 y ´50, existió una profusión de atrevidas obras, en la construcción de viviendas para las clases altas, en las cuales a partir del racionalismo se fue imponiendo la innovación y la simplicidad de elementos por encima del gusto ecléctico que había predominado en la burguesía. A partir de 1959, fecha del triunfo revolucionario, la filosofía base de la construcción se orienta a la solución de problemas sociales. El uso del prefabricado contribuye a la construcción masiva de repartos para la población en un período donde el imperativo era resolver las necesidades básicas por encima del factor estético. Sin embargo, se han realizado edificaciones que unen elementos propios de la colonia y de la modernidad. Entre ellos se destacan la Escuela Nacional de Arte, el Palacio de Convenciones, Centro Nacional de Investigaciones, Expocuba, Terminal de Ferrocarriles "Senén Casas Regueiro", instalaciones hoteleras en diferentes sitios del país, entre otras obras que también son de gran significación en la arquitectura cubana que, sin lugar a dudas, aguardan una interesante historia.