Cinco Elementos

La teoría de los cinco elementos señala que el universo material puede ser clasificado en cinco categorías representadas por el agua, la madera, el fuego, la tierra y el metal. Estos elementos para el Feng Shui no son propiamente cuerpos materiales sino un nombre representativo de la naturaleza de esas energías, movimientos, o de su tendencia. Más que entidades físicas,  tienen que ver con las esencias que se vinculan a los colores, las estaciones del año, los puntos cardinales, las energías, formas, emociones, y los planetas, creando un sistema de tensiones y equilibrio.
Algunos textos antiguos enmarcan esta teoría entre los años 350 y 270 a. de C.,  pero otros sitúan sus conceptos en épocas mas remotas, donde los cinco elementos ya están presentes aunque de manera más elemental en los sistemas de adivinación chinos.
Los sabios de aquel país, después de conocer, mediante la observación, que todo lo que existe se podía clasificar en cinco relaciones del yin y el yang, de los que surgían cinco modelos diferenciados de energía, abstracción que supone la existencia de cinco tipos diferentes de energía, movimientos o relaciones del yin y el yang, los vincularon, para facilitar su comprensión, a cinco tipos de materiales que ejemplificaban fielmente las categorías de esos modelos diferenciados. Esas cinco relaciones del yin y el yang se expresaron en la ley de los cinco elementos, según la cual más allá del yin y del yang, el Universo se divide en cinco energías que se estimulan y se inhiben una u otra.
Estos cinco elementos tienen efectos uno sobre el otro, creándose, modificándose y destruyéndose uno al otro en una secuencia fija. Además, en cada uno de ellos se expresan o existen los restantes elementos en menores cantidades, por tanto, se define una categoría por su carácter predominante pero no excluyente de la naturaleza de los restantes elementos. Las relaciones de los cinco elementos se expresan en ciclos, de los cuales los dos principales son el llamado ciclo constructivo o generativo,  y el denominado ciclo destructivo o de control, aunque de la interrelación de estos dos pueden llegar a distinguirse más de treinta. Comprender los dos ciclos principales resulta suficiente para abordar la filosofía de los cinco elementos y sobre todo para la práctica cotidiana o aplicación del Feng Shui. También existen tablas confeccionadas donde se combinan los cinco elementos en dependencia de su función e interacción a saber: que genera o potencia (madre); al que genera o debilita (hijo); que le controla o destruye (abuelo), y al que controla (nieto), entendiendo estos nombres no en sentido literal sino figurado.
Los cinco elementos ejercen un equilibrio benéfico y están presentes en el Feng Shui para analizar y propiciar la situación más armónica de un entorno y de la relación de este con cada residente. También lo están para el mantenimiento de ambientes propicios siguiendo el ciclo de los cinco elementos, si se precisa potenciar la energía de un elemento, si está ausente o es insuficiente, para lo que se puede introducir el elemento que falta. Las armonizaciones básicas se realizan teniendo en cuenta si hay desequilibrio por insuficiencia o desequilibrio por exceso.
Igualmente identifica los cinco elementos en el entorno, clasificando todas las cosas según los cinco elementos básicos, que están relacionados con un amplio espectro de factores, colores y formas que se combinan e interrelacionan. Cada objeto de una habitación es un compuesto de uno o varios de estos elementos. Se considera que la armonía se propicia cuando los cinco elementos están presentes de alguna manera, en los espacios que habitamos o donde trabajamos, si ocurre lo contrario, resultará un lugar incómodo y poco favorable, con perturbaciones y pérdida del equilibrio.