Biografía:
Enrique González Martínez, es considerado como el mejor poeta de su tiempo en México. Sus aportes a la poesía lírica fue pronto apreciada, al punto que en 1912, aunque ya contaba treinta y un años de edad, fue electo presidente del Ateneo de la Juventud; cuyos integrantes lo reconocieron como el Maestro. En la poesía mexicana de su tiempo - años de 1911 a 1925- fue la cumbre. Su influencia era entonces notoria, e incluso López Velarde, que tan lejos parece de él, confesaba: "Yo, entre muchos, le debo enseñanza". Mucho se ha discutido acerca de la escuela a la que sea debe afiliar la poesía de González Martínez. En varios de sus poemas el tono modernista predomina. El poeta nos dice en “El hombre del búho” que el modernismo aceptó " el enriquecimiento de las formas métricas, la resurrección de modos castizos olvidados, la libertad del ritmo y el estímulo de la gracia". Algunos críticos le tienen como el poeta, que, contra Rubén Darío, opuso al cisne ornamental el búho de la introspección; pero en 1941, en un artículo publicado en la revista Romance disipó la tergiversación hecha en cuanto a su famoso soneto " Tuércele el cuello al cisne..." Afirma que Darío " es el poeta a quien siempre he admirado, y más y más, a medida del correr de los años”. Al preciosismo propio del modernismo, González Martínez prefirió "lo interno, lo substancial". Descubrió el "oculto sentido de las cosas", siguió "los senderos ocultos", aspiró a "afinar el alma hasta que ésta pueda "escuchar el silencio y ver la sombra" y percibir "el ritmo latente de la vida pro funda". Meditó sobre "el misterio infinito de la selva nocturna" y aconsejó: "Busca en todas las cosas un alma y un sentido oculto", y también, franciscanamente: "y quitarás piadoso tus sandalias / para no herir las piedras del camino". Su obra presenta una sorprendente unidad, aunque “Babel”, poema dado a conocer en 1949, cuarenta y seis años después de los iniciales “Preludios”, posee un tono nuevo. En ese libro ya no dialoga el poeta con el Universo, sino que exhala su dolor ante la la inmensa tragedia que representó la Segunda Guerra Mundial. En el tormentoso 1915, año de hambre y de angustia en México, publicó su libro “La muerte del cisne” y la segunda edición de “Los senderos ocultos”. González Martínez fue reconocido como "gran poeta". Su producción, constituida por una veintena de volúmenes, más las recopilaciones y las antologías, irradia talento. La belleza de la obra poética de Enrique González Martínez, serenamente clásica dentro de su modernidad, es y será siempre un hito en las letras mexicanas.