Los primeros europeos que trataron de tomar tierra en Granada fueron marinos ingleses, que llegaron en 1609 pero fueron expulsados por los indios caribes.
Solo el Caribe Insular recibe más de la mitad de todos los viajes de cruceros. La modalidad generó unos 2 200 000 000 de dólares en gastos directos, 56 000 puestos de trabajo y 720 000 000 de dólares en salarios de empleados.
Aunque algunos creen que el concepto de multidestino turístico no pasa de ser una utopía, para el Caribe es una potencial oportunidad de desarrollo y, claro está, integración.
Por un lado, los 24 destinos de la región compiten con los mismos productos y modalidades turísticas, basados esencialmente en el sol y la playa; las mismas cadenas hoteleras internacionales, los mismos turoperadores, las mismas líneas aéreas y las mismas compañías de cruceros. Por otro, constituyen espacios limitados por agua, o lo que es lo mismo, para llegar a ellos hay que franquear barreras marítimas.
De ahí nace la insularidad, esa palabra que, llevada a la realidad de la industria turística permite aclarar que la mayor posibilidad de evolución para el Caribe está en apostar por su cultura, su historia, su idiosincrasia, como un todo. Es la palabra que explica el poco espacio territorial de las islas caribeñas y que las obliga a impulsar el turismo y les hace difícil la diversificación económica.
Ni más ni menos, se trata de atraer más cantidad de viajeros a partir de una planificación que contribuya a lograr un desarrollo caribeño sustentable e intentar que los intereses de las multinacionales turísticas foráneas se adapten a la sostenibilidad de la también llamada industria sin humo.
Datos oficiales revelan que desde 1990 hasta el 2016 el arribo promedio de turistas al Caribe Insular fue de un 4% anual. Esa cifra dista de lo que logran otras regiones del mundo y responde al clima de paz, colaboración y seguridad que existe en el área.
De acuerdo con el doctor José Luis Perelló Cabrera, otrora investigador del Centro de Estudios sobre la Economía y profesor de la Universidad de La Habana, un aspecto central dentro de la construcción del contexto caribeño en el turismo es la reproducción de relaciones heredadas del Viejo Continente.
Una vez entendido que los turistas buscan la autenticidad y los procesos de mercantilización de las culturas, se da la reinvención de las tradiciones culturales a través de una relación étnica. Resalta el experto que «esa autenticidad se vincula con el pasado y las sociedades más primitivas. Entonces, la industria turística puede producirla o rentabilizarla».
Asimismo, destaca que Estados Unidos es el principal emisor de turistas al Caribe. Anualmente 7 200 000 norteamericanos hacen estancia en la región.
En el 2016 un total de 6 558 982 visitantes arribaron a República Dominicana, más de 4 035 000 a Cuba; 2 231 776 a Puerto Rico y 2 181 684 a Jamaica.
EL PARADIGMA DEL MULTIDESTINO
En palabras de Perelló, el turismo de crucero, una de las modalidades turísticas más extendidas a nivel mundial representa una opción viable para garantizar un crecimiento en los flujos de visitantes, ante una oferta de servicios de alojamiento que no garantiza la demanda de estancia en algunos países. Dicho de otro modo, es la actividad que puede convertir al Caribe en un multidestino.
En la temporada de cruceros 2015-2016 26 800 000 pasajeros llegaron a bordo de buques a los destinos caribeños. Si a eso se suman las llegadas de las tripulaciones, se cuentan un total de 38 200 000 durante ese período.
El Caribe se ha convertido en el destino de cruceros más importante del orbe. Según los datos de capacidad proporcionados por Cruise Lines International, la industria de cruceros tenía 60 000 000 de pasajero-días desplegados en toda la región en el 2016, lo que representa el 40 % de la capacidad mundial de la industria.
Solo el Caribe Insular recibe más de la mitad de todos los viajes de cruceros. La modalidad generó unos 2 200 000 000 de dólares en gastos directos, 56 000 puestos de trabajo y 720 000 000 de dólares en salarios de empleados.
Para Perelló, existen dos grandes rutas multidestinos posibles en el Caribe. Una incluye los principales destinos turísticos de la zona (República Dominicana, Cuba, Bahamas) y otra que abarca el arco de las Antillas Menores.
En opinión del especialista, «los cruceros no son exclusivos para vacaciones de personas de la tercera edad, ni de las mejores clases económicas, sino una oferta de itinerarios cada vez más cortos, menos costosos y adaptados a los gustos y exigencias de varios segmentos específicos del mercado».
Además, explica, los cruceros tienen positivos impactos económicos en los países donde operan, ya que aceleran la construcción de infraestructuras portuarias, el comercio, los servicios, etc.
Otros atractivos del Caribe para la industria de cruceros están en la poca distancia que hay entre la mayor parte de su cadena de islas y la variedad de su flora y fauna terrestre y marina, así como su cercanía a Norteamérica y la parte de la historia del colonialismo europeo y los asentamientos más antiguos de las Américas que guarda.
Los números de Florida Caribbean Cruise Association, citados por Perelló, muestran que el 71 % de los cruceristas proviene de Estados Unidos, el 12 % de Canadá, el 6 % del Reino Unido y un 5 % de Alemania.
A pesar de ser no ser una alternativa fácil de implementar, el multidestino caribeño es realmente posible y el mejor chance de llevarlo a cabo yace en el turismo de cruceros y en la elevada competitividad que eso le exige a la región.
Los primeros europeos que trataron de tomar tierra en Granada fueron marinos ingleses, que llegaron en 1609 pero fueron expulsados por los indios caribes.