Ubicado a sólo 30 minutos de Tegucigalpa, tiene una extensión de 238.2 kilómetros cuadrados cubiertos en su mayoría de bosque nublado. Existen dos accesos, uno por la aldea de San Juancito, donde se encuentra un centro de visitantes en el que anteriormente se ubicaban las instalaciones de la Rosario Mining Company, una empresa estadounidense que explotó los yacimientos de oro y plata hasta mediados de este siglo. El otro, desde Tegucigalpa, que atraviesa el poblado de El Piliguín. Este parque es un vivo recuerdo de los hábitats que peligran en la región. El regio quetzal es una de las muchas aves que aquí pueden observarse además de otros animales como monos, pumas y cerdos de monte. Existen alrededor de 400 especies vegetales entre orquídeas, musgos, bromeelias, helechos entre otras. Las caminatas, el ciclismo de montaña y nadar en las cascadas son actividades populares en este parque. Antes de llegar hasta el parque es común ver las corrientes de agua cristalina que se deslizan de los cerros aledaños. Hay mucha vegetación y posee un clima muy fresco, por lo que en la madrugada o al atardecer la niebla cubre totalmente las partes más altas de la zona. Desde el parque Herrera, ubicado en el centro de Tegucigalpa, salen diariamente dos autobuses. En cualquiera de los accesos que se escojan, desde la caseta de información hasta el corazón del parque debe recorrerse un considerable tramo. La entrada a este paradisíaco lugar es completamente gratis y es visitado por nacionales y extranjeros amantes del ecoturismo.