No. 7 Aprender a decir no

   
 
Introducción
Física y metafísica del tiempo
Cronopatología de la vida cotidiana
Qué es la eficacia
Determinación de objetivos y prioridades
Planificación de las actividades
Evaluación de la rentabilidad y las prioridades
Planificación y programación del tiempo
Aprender a decir no
Causas de las pérdidas de tiempo
Cómo afrontar interrupciones telefónicas o por personas
Cómo no "dar largas a las tareas"
Delegar tareas o funciones
Evitar perder el tiempo en reuniones
Caso práctico ¿incompatibles compatibilidades o compatibles incompatibilidades?
Aprender a decir no

La aquiescencia es un fenómeno muy común entre los seres humanos. Nos es difícil negarnos a una propuesta, decir no a una cita, y al final siempre acabamos lamentándonos de haber asentido.

Hay una serie de características o "manías" personales que influyen a hacernos más propensos a la aquiescencia. Hay que eliminar aquellas actividades, tareas, comportamientos o situaciones que no son realmente necesarias y a las que le damos importancia para aprender a no ser tan aquiescentes. Por ejemplo:

- Querer ser la primera persona en ser informada en todo y en todos los detalles.

- Practicar el perfeccionismo y hacerlo todo, controlar todo y delegar sólo las tareas que no tienen ninguna importancia.

- Asegurarse al máximo, en caso de que surjan problemas, acumulando pruebas o documentos para poder esgrimir una justificación a posteriori.

- Creerse obligado a intervenir en todos los trabajos.

- Tener una idea excesivamente alta de su función y creer que la propia presencia es indispensable.

Estas características personales influyen directamente en la aquiescencia ya que, por lo que pueda pasar, siempre tenderemos a abarcarlo todo. El resultado va a ser lo que el refranero español afirma de que "el que mucho abarca, poco aprieta".

Hay que liberarse de aquellas "cualidades" personales cuando éstas se convierten en defectos. un comportamiento que se desarrolla de manera sistemática y que no tiene para nada en cuenta los imperativos de lo cotidiano o lo imprevisto, aunque en términos absolutos sea perfecto, se vuelve ineficaz dada su excesiva rigidez.

En una situación de aquiescencia es muy útil contemplar el "discurso interior", es decir, hablar con uno mismo. Con esto logramos hacer un alto en el camino, detenernos en el tiempo. si una persona se para a pensar que es demasiado perfeccionista, demasiado "organizado", debe plantearse preguntas como "¿Estoy obligado a...?. Sí o no, ¿por qué?", "Es indispensable que yo...?. Sí o no, ¿por qué?", "¿Es que no tengo derecho a no ser perfecto?", "¿No tengo derecho a hacer lo que me parece?", o bien "¿Es que no tengo derecho a perder el tiempo?".

Se debe uno mostrar firme en lo que uno piensa y en lo que ha decidido ante un interlocutor que pretende ejercer influencia sobre uno.

Existe un método que puede resultar muy eficaz frente a aquellos interlocutores que pretenden influir en nuestras decisiones, en nuestras posturas, que están decididos a que, cueste lo que cueste, quieren plegar a los demás ante sus exigencias, cuando estamos convencidos de que nuestra decisiones son las mejor tomadas.
Atención, aunque creamos que nuestra decisión es la correcta, puede que no lo sea, por lo que antes de tomar una decisión debemos realizar un proceso de análisis y cotejar distintas posiciones. Quizá sea bueno abordar el tema de la toma de decisiones en otro artículo. Pero en el caso que tratamos ahora vamos a contemplar que una decisión o postura ya está tomada, suponiendo, además, que es la más conveniente.

Este método podríamos nombrarlo como del disco rayado. Utilizando el símil de un disco rayado, la aguja persiste siempre en un mismo surco y no pasa de ahí. Salvo que tengamos algún problema de comprensión musical, cuando aparece un disco con raya, al final desistimos de escucharlo. Este es el efecto que debemos lograr con nuestro interlocutor que pretende, bajo cualquier método, sacarnos de nuestra postura para invadirnos con la suya. Debemos comportarnos como un disco rayado para que el "pesado" desista en su intento.

¿Cómo?. sin llegar a repetir exactamente lo mismo, hay que persistir en la expresión de las propias ideas y sentimientos, independientemente de lo que se diga. En la práctica, este método del disco rayado consiste en tres fases:

- Tomar una decisión.

- No justificarse, ni argumentar, ni defenderse.

- Afirmar siempre, regularmente, de manera incansable, el mismo punto de vista, el mismo sentimiento, la misma decisión. Se puede responder a cada "afirmación" del que trata de convencernos algo como "Puede ser, pero yo decidí que...".

Pero hay que tener en cuenta que el método del disco rayado es un método extremo, pero da elementos para comprender por qué, en algunas ocasiones, uno se deja convencer de hacer lo que no deseaba.

Este método nos ayuda a encontar elementos que se adaptarán a nuestra personalidad y a situaciones que puedan ocurrir en el futuro.