Puerto Rico

En el campo de la literatura puertorriqueña, hay que destacar al intelectual y romántico Eugenio María de Hostos, principal figura de la etapa colonial. A partir de 1930 la literatura puertorriqueña va en superación continua. Los escritores atentos a su responsabilidad artística y al papel que juegan en su cultura nacional, se auto imponen metas mas altas desde el punto de vista técnico, temático y estilístico. Muchos de los escritores que se habían iniciado en la década del 20, sobre todo en la poesía, a través de los movimientos vanguardistas de entonces, continuaron escribiendo para generaciones posteriores. Juan Antonio Corretjer, Luis Hernández Aquino, Evaristo Ribera Cheviemant. El grupo de literatos, ensayistas, críticos y escritores que constituyeron la llamada generación del 30, también continuaron por muchos años en el quehacer literario: Concha Meléndez, Enrique Laquerre, Rubén del Rosario, Margot Arce, Tomas Blanco, entre otros. Asi, en 1943, publicará Hernández Aquino, ¨Isla para la angustia¨ en 1956, ¨Memorias de Castilla¨, en 1960. Corretjer producirá ¨Yerba bruja¨ en 1957. De Evaristo Ribera Cheviemant se puede encontrar ¨La llama pensativa¨ (1954) o ¨Río volcador¨ (1968). Enrique A. Laquerre significó el novelista por excelencia. Los deseos de narración novelística isleña se vieron colmados con Solar Montoya en 1940, El treinta de febrero de 1943, La resaca en 1949, Los dedos de la mano en 1951, La ceiba en el tiesto en 1956, El laberinto en 1959, Cauce sin río en 1962 y El juego y su aire en 1970. En el transcurrir temporal algunos poetas de aquella generación adquieren una particular significación en nuestra literatura nacional: Juan Antonio Corretjer (Poeta Nacional), Luis Pales Matos, Julia de Burgos. Pales es probablemente el poeta mas conocido en el extranjero y uno de los más estudiados por la crítica hispánica, particularmente por su poesía de tema negroide que le gano mucha fama. Julia de Burgos es la más destacada de las voces femeninas de la literatura. Su arte poético le gano sitial preeminente en la poesía hispanoamericana y podría figurar al lado de Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, entre otras. A partir del 40 se hace más evidente el ansia de afirmación de las raíces puertorriqueñas. El teatro va a experimentar un momento de amplio crecimiento y desarrollo. En la dramaturgia se consagran nombres como el de Manuel Méndez Ballester, Fernando Sierra, Francisco Arrias y otros. Sus obras más importantes plantearon problemas que se hacían muy peculiares entonces: el desarraigo del puertorriqueño que ha emigrado a New York, el problema racial, etc; ejemplo de ello son obras como Tiempo muerto, de 1940. En la década del 50 y subsiguientemente la creación dramática continuará en auge. Particularmente después de la Fundación del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1955 y con los Festivales de Teatro Puertorriqueño a partir de 1958. Ello trae como secuela la renovación y actualización de nuestro teatro en cuanto a técnicas y temas. También estimula la creación dramática, la aparición de nuevos autores y la consagración de los que se iniciaron años antes, como Rene Marques, los posteriores como Luis Rafael Sánchez, Miran Casas, Piri Fernández, etc. Uno de los fenómenos más interesantes de este período fue el resurgimiento del cuento como genero de muchas posibilidades estéticas y sobre todo comunicativas. Resulta muy efectivo el cuento como genero en el que, en apretada síntesis, queden las circunstancias sociales y económicas del pueblo. Es importante reconocer el estimulo que dieron a los narradores de los años cuarenta en adelante, la revista Asomante y los certámenes del Ateneo Puertorriqueño. Representantes de esa generación de cuentistas son Abelardo Díaz, Jose L. González, Enulio Díaz Valcárcel, entre otros. Estos escritores son los responsables de la renovación técnica y estética del género de Puerto Rico. En la década del cincuenta editan sus primeros poemarios Soledad Llorens Terres, Haydee Ramírez de Arellano, Felix Franco Oppenheimer, Nimia Vicens, José Emilio González, Francisco Lluch Mora, Lilliane Perez y otros.La década de los 60 hasta nuestros días revela un gran afán, continuaron escribiendo y publicando casi todos los que así lo hacían en 1930. Pero surge una pléyade de jóvenes escritores. La poesía persiste como genero vertebral, junto a los temas ya tradicionales conviven las preocupaciones de las generaciones actuales en el mundo. Al tanto de las corrientes prevalecientes de la literatura universal, atendiendo particularmente a la literatura de Hispanoamérica, se emplean todo tipo de técnicas y metodos de la expresión literaria.Entre ellos están: Carmelo Rodríguez, Edgar López, Jorge Maria Puscalleda, Bercedonis Andrés Castro Ríos, Antonio Caban, Vicente Rodríguez, José M. Torres, Marina Arzola, entre otros muchos. Acontecer significativo de este momento, ha sido la publicación desde 1962 de la revista Guajana y no se puede dejar de mencionar otras revistas que a partir de 1930, después de Índice, han contribuido en mayor o menor grado al desarrollo de las letras de la isla.Algunas de dichas revistas son: Brújula, Ateneo Puertorriqueño, Isla, surgidas en la década de los años treinta. El Día Estético, iniciada en la década del 40; Hélices, Bayoan, Pegaso, Poesía. Artes y Letras, Orfeo, Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, fundada por los años cincuenta; otras de la decada del 60 como: Mester, Prometeo, etc. Muchas otras son las que han aparecido de la década del 70 hasta la actualidad. Aun las que sobrevivieron por poco tiempo han jugado un papel ineludible e importante por el estimulo y el medio que han ofrecido para la juventud y el pueblo boricua en general encauzando sus inquietudes creadoras e incitando al progreso cultural de la isla. Entre los escritores contemporáneos más sobresalientes podemos encontrar son: Julia de Burgos, Evaristo Ribera Chevremont, Rosario Ferré, Enrique Laguerre y Luis Rafael Sánchez, entre otros.