Cuba

Trinidad

Uno de los rituales obligados para quien llegue a Trinidad es tomarse una Cánchánchara, cóctel que se sirve en un local de igual nombre y que se hace a base de aguardiente, limón, miel de abeja, agua mineral y hielo, y cuyos dos últimos aditivos sirvieron para modernizar la bebida, concebida originalmente por los mambises en el siglo pasado, cuando se tomaba al tiempo. Otro, pasear por la pintoresca Plaza Mayor, rodeada por las edificaciones centenarias que ocupan el Museo de Arquitectura Trinitaria, el Museo Romántico, el de Arqueología Guamuhaya y una Galería de Arte. Esta plaza es el lugar donde se descubre el típico ambiente de la Trinidad, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, con la torre de su iglesia de San Francisco de Asís visible desde cualquier lugar, y las montañas verdes de la Sierra del Escambray al fondo. Las calles empedradas, las balaustradas de madera en los grandes ventanales, las viviendas espaciosas, los carros de caballos y la gente misma, afable en el trato y sencilla en los ademanes, son los rasgos más característicos de esta antigua villa cubana. Una vez en Trinidad es recomendable darse un baño de mar en la excelente playa Ancón, la mejor en toda la costa sur de Cuba, irse en una excursión a los verdes parajes de Topes de Collantes, en el corazón de la Sierra del Escambray; y pasar por la también antigua ciudad de Santi Spíritus, para admirar su espléndida Parroquial Mayor y, sobre el río Yayabo, el único puente de tipo medieval con arcos radiales de piedra que queda en todo el país.