Jamaica

Kingston

Kingston es el principal centro económico y político de Jamaica, y también la ciudad más cosmopolita. Se encuentra al sur de la isla, entre un enorme puerto natural y las Blue Montains. Su estratégica ubicación la convierte en destino de preferencia para las reuniones de negocios en su Conference Center. Se mezcla en ella una población de orígenes diversos, aunque prevalecen las etnias africanas, los descendientes de los antiguos colonos británicos y de otros pueblos orientales. Esto se refleja en la oferta gastronómica de la ciudad, cuyos restaurantes combinan hábilmente las especialidades más exóticas, con los gustos de la cocina nativa, en la que reinan el tasajo de cerdo y los pasteles rellenos de carne y banana frita. La ciudad está tan alejada de los centros turísticos que apenas ha sufrido la influencia de los numerosos visitantes de la isla. Le recomienda hacer un alto y alojarse en uno de los tantos hoteles que podrá elegir, que adaptándose al estilo arquitectónico de la ciudad, son de exquisitos confort y comodidad. También puede recorrer sus calles, apreciar los sitios de interés históricos, culturales y de animación, puede unirse a la gente de moda en la representación del Teatro Nacional de Danza, aplaudir a los famosos cantantes de folklore, explorar los tesoros de la Galería de Arte Nacional, o admirar los fascinantes recuerdos en el Museo Bob Marley, el gran padre del reggae. En el mercado Orange Street se venden gran variedad de productos autóctonos, abundan las prendas de colores fuertes, la artesanía, especialmente trabajos creados con productos del mar, así como diversas pinturas, de gran colorido. La magia de estas calles radica en parte en sus pintorescas tiendas, comercios y bares donde a toda hora del día se puede escuchar reggae, salsa o calipso y cualquier hora es buena para tomar cerveza, prácticamente una "bebida nacional". La capital ofrece una excelente oportunidad para recorrer los legendarios pueblos de la costa sur, recomendables muy especialmente para aquellos que todavía se dejan llevar por el sabor aventurero de los viejos piratas y filibusteros.