Costa Rica

La escultura costarricense ha tenido a lo largo del tiempo fieles seguidores y diversas manifestaciones artísticas. Pudiera decirse que tiene sus antecedentes, desde la época indígena de donde provienen variadas piezas y figuras elaboradas con diversos materiales, como la cerámica, el jade y el oro, muchas de ellas encontradas en la zona de Guanacaste, que era el punto de convergencia entre las culturas del norte y sur del país. Hoy en día, la cerámica chorotega, los jícaros de los Bribrí y el trabajo en piedra de los Guatusos aún cuentan historias. Las replicas o reproducciones son tan genuinas como las de hace 4 ó 5 siglos atrás. Las líneas y los colores muestran creencias, relatan mitos y garantizan la reverencia de lo sagrado. La única diferencia es la edad de estos objetos, pero las arcillas, pinturas, materiales y métodos de producción son los mismos que usaban sus antepasados hace casi mil años. Otras piezas de esta época son las esferas de piedra que fueron encontradas en la zona sur de Costa Rica. La mayoría de ellas son perfectamente circulares, casi del tamaño de un auto con un peso de aproximadamente nueve toneladas, constituidas por un sólido bloque y su superficie agradable al tacto, libre de aspereza. Hasta la fecha no se ha podido encontrar una esfera que estuviera en proceso de construcción o el sitio donde eran producidas, por tanto es difícil de entender cual fue el propósito real de su construcción. El método usado todavía es estrictamente una teoría. Al igual que las esferas y la talla del jade, aún quedan grandes misterios por descubrir. Así es, el caso de las piezas de oro que han sido encontradas y que la mayoría provienen de la zona sur del país. Éstas varían en tamaño y forma con una gran influencia Suramericana. Predominan las figuras de animales, muy similares a las encontradas en Colombia y elaboradas por la cultura Chipcha: ranas, águilas y algunas especies de animales como las serpientes. También se han encontrado figuras de ¨shamanes¨ o ¨sukias¨, en calidad de sacerdotes o doctores. La región de Nicoya, especialmente se destacó por su cerámica y colgantes de jade. En la actualidad estas piezas en general, pueden ser encontradas en el Museo del Jade, en el Instituto Nacional de Seguros, el Museo de Oro del Banco Central y el Museo Nacional. Consecuentemente, a los antepasados indígenas, la escultura comienza su desarrollo a partir de la época colonial, específicamente a mediados del siglo XIX, a partir del cual a atravesado diversas corrientes y estilos. En sus inicios predomino por un tiempo el arte religioso. Un ejemplo de ello son las esculturas coloniales de las iglesias de Nicoya, Heredia, Orosi y Ujarrás. Algunos de los escultores que sobresalieron en el siglo XIX son los heredianos Fadrique Gutiérrez y Juan Mora. El primero fue pintor, arquitecto y escultor, aprendió a esculpir con el italiano Francesco Fortino y, a pintar, con el francés Achiles Bigot. De 1860 y hasta 1870, esculpió varias imágenes en piedra: ¨San Pablo¨, ¨San Pedro¨, ¨San Juan de la Cruz¨, ¨San Simón Stok¨, la ¨Virgen del Carmen¨, ¨Neptuno¨, ¨Venus¨, y otras destruidas a causa de sismos. Ejecutó en madera policromada, a la manera guatemalteca, más imágenes como: ¨San Roque¨ (Iglesia de San Roque de Heredia), ¨San Isidro Labrador¨ (Iglesia de San Isidro de Heredia); algunos púlpitos y sagrarios. Juan Mora fue pintor, poeta y escultor, esculpió varios bustos e imágenes religiosas, entre ellos: los bustos de José María Murillo Ugalde, Conchita Arias de Murillo y de Trinidad Cabezas Alfaro (todos en madera natural), también de Remigio Quirós, Petronila González de Fonseca, Casimiro Zamora Bolaños (estos últimos policromados). En colecciones particulares hay un "San Rafael", una cabeza de Cristo y un Nacimiento. En el siglo XX se destacaron artistas dedicados a la imaginería como José Zamora, Valerio y Ramos. Las primeras vanguardias estuvieron representadas a partir de los años treinta, que como revolucionarios de la escultura evolucionaron hacia la modernidad pero sin olvidar la identidad costarricense. Ejemplo de ello fue: Juan R. Chacón, artista de innovaciones, cuyo genio creador logró llenar sus esculturas de poesía, bondad y legitimidad realista. Fue galardonado y premiado en numerosas ocasiones, obteniendo reconocimiento nacional e internacional. Ha creado diversidad de obras que se hallan en colecciones particulares, nacionales y extranjeras. En su producción predominan diferentes piezas pequeñas, monumentos, retratos confeccionados en diversos materiales como la madera, piedra y granito. También Juan M. Sánchez, escultor destacado, cuya obra son tallas elaboradas en madera o piedra muy fuertes, estilizadas y generalmente de ángulos marcados, respetando siempre la forma del material. Otros son: Francisco Zúñiga, profesor y prominente artista; Francisco Ulloa y Max Jiménez. Este último, a pesar de su muerte prematura, legó una basta producción de obras tanto en escultura como en la pintura. El artista tenía preferencia por los materiales autóctonos costarricenses y entre ellos se destacó en el uso de la piedra y la madera. Los temas tratados en ellas generalmente son figuras humanas, cabezas o cuerpos sólidos de composición cerrada de gran fuerza expresiva. Posteriormente a los años ´40 hasta los ´60 le siguen artistas como: Néstor Zeledón, quien utilizó variadas técnicas y enfoques, sus obras captan y expresan la vida interior en armonía equilibrada entre el universo visible y el alma secreta del ser humano; así como: Olger Villegas ha fungido como profesor y merecido valiosos reconocimientos nacionales e internacionales por su obra creadora; además se encuentran también, Crisanto Badilla; Miguel Ángel Brenes, Carlos Poveda, entre otros. Las segundas vanguardias estuvieron a partir de los setenta, representada por Hernán González, escultor que irrumpió en la escena artística nacional ya como hombre maduro, orientó su escultura hacia una síntesis de formas y hacia un respeto por la forma original del material con que trabajaba. Artistas más recientes irrumpen en el arte creador como: Leda Astorga, Marisel Jiménez, José Sancho Rodolfo Stanley, Ericka Stanley y Esteban Coto. Generalmente, casi todos estos artistas entre muchos otros, han legado al país una basta obra escultórica, así como diversos reconocimientos y premios internacionales. Muchos de ellos, poseen obras tanto en colecciones públicas como privadas en el país y en el extranjero. La escultura actual de Costa Rica incorpora una gran cantidad de tendencias que definen sus características, entre las que se cuentan los matices locales, la abstracción, la síntesis y el expresionismo.